Crisis de la mediana edad
Un periodo de duda, pérdida y deseo de reinvención que nos enfrenta cara a cara con lo que fuimos… y con lo que aún podemos ser.
REFLEXIÓN DE LA VIDA
El amor al igual que otras tantas emociones, es un sentimiento pasajero. Pero llevémoslo al ámbito más romántico. El amor es el halito que hace que el mundo gire, es la fuente interminable de inspiración, es arte, es la mejor metáfora, es una sonrisa imborrable; es tratando de abarcar todas las definiciones posibles, la máxima aspiración del ser humano.
Sin embargo, muy a pesar de lo bello que suena en letra y papel, el amor muchas veces es la razón de la infelicidad. No me ama, me traicionó, lo amo, pero me golpea, la amo, pero no me responde mensajes, nos amamos, pero la pasamos peleando, etc. Cuando llegan a mi consultorio solicitando terapia de pareja, después de permitirles explayarse con quejas y más quejas mutuas, les pregunto: si todo es tan malo ¿Por qué no se divorcian?
El divorcio muchas veces es la mayor muestra de amor, y sobre todo de amor propio. No me mal entiendan, por supuesto que parte de la terapia es identificar aquello que los puede mantener unidos, pero si ya no queda nada, lo más que podemos lograr es una separación sana, lo cual no es cosa fácil sin ayuda profesional.
El problema de ese amor romántico que definimos al inicio es que la pareja comienza a perder su individualidad y en ello radica la mayor parte de las veces la ruptura emocional. Y es que la premisa” Tú eres tú y yo soy yo” debe prevalecer en todo momento. Nadie está para llenar las expectativas de nadie. Por supuesto que debe haber un objetivo en común y un compromiso para que ese tercer ente llamado” relación de pareja”, funcione. Pero para que ese tercer ente funcione, los dos iniciales no deben perderse nunca. Y no hay comunicación, no hay confianza, las reglas de convivencia no son claras y poco a poco ese amor que decíamos sentir se va convirtiendo en una aburrida rutina en el mejor de los casos y en un ring de box en el peor de los escenarios.
Para que una relación de pareja funcione, el amor no basta. Y es importante que dejemos de creer en las mariposas en la panza, o en la emoción indescriptible de los primeros días, ese enamoramiento se debe terminar para dar paso a una ruptura o a un amor real y maduro que se construye con el día a día. Y esa construcción debe darse y mantenerse a partir de la asertividad, se debe siempre comunicar de manera asertiva las emociones y sentimientos, qué me molesta, qué no me gusta, qué si me gusta, etc. Ninguno de los dos es adivino y si no hay asertividad en la comunicación no se pueden mejorar las cosas.
Cuando hay amor, el 90% de la relación esta ganada, el otro diez se pierde en creer que el otro debe llenar mis expectativas, se pierde cuando no sé comunicar lo que siento o lo que pienso y en lugar de ello grito; se pierde cuando no sé escuchar, se pierde cuando no estoy abierto a negociar reglas básicas de convivencia, se pierde cuando pienso que el amor es para siempre y no estoy dispuesto a construirlo día tras día.